Los gobiernos utilizan cada vez más las ciencias del comportamiento para diseñar, mejorar y reevaluar sus políticas y servicios. Incorporando estos conocimientos, las entidades gubernamentales adoptan una visión más realista del comportamiento humano obteniendo de esa forma mejores resultados.
Sin embargo, paradójicamente, los funcionarios públicos electos y no electos, también son influenciados por las heurísticas y los sesgos que buscan atacar. Este informe explora cómo se da este fenómeno y explica cómo estos sesgos pueden abordarse o mitigarse. Para hacer esto, nos enfocamos en tres actividades centrales de la formulación de políticas públicas: advertir, deliberar y ejecutar.