En América Latina, una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida. Las ciencias del comportamiento, referidas al estudio riguroso de la conducta humana y de cómo nuestras acciones son moldeadas por el contexto, pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo de soluciones basadas en la evidencia para este problema. Las intervenciones que buscan modificar el comportamiento de los hombres, las comunidades, los estudiantes y de las propias sobrevivientes, así como los sistemas de apoyo con los que interactúan, han demostrado tener un impacto significativo en la reducción y prevención de la violencia contra las mujeres.